No he estudiado en mi vida.
Era de la ley del mínimo esfuerzo. De estudiar para el 5 y si sacaba un 7 aquello era la hostia.
De cuatro horas que pasaba en la biblioteca, estudiaba una y leía tres.
Menos el último año de carrera, que leía tres y estudiaba cinco.
Ni fue por leerme un libro de hábitos ni por tomar pastillas de cafeína.
De hecho, es mucho más fácil que eso.
Seguro que en tu clase había el empollón, ese hijoputa que media hora antes del examen está llorando porque no se lo sabe y luego saca un 9,7.
El que no me lo sé soy yo, hijoputa, que he sacado un 2.
En fin, qué asco me daban.
Peeeeero…
En 4º de carrera cambié el chip.
Conocí a un chaval con el que no había ido a clase nunca y nos dio por sentarnos juntos todo el año.
Resulta que en primero de carrera ya estaba estudiando oposiciones a juez (eso se empieza a estudiar cuando acabas la carrera) e iba por la universidad arrastrando el nabo por el suelo y explicándoselo a los profesores.
Tiene un canal de YouTube con +100.000 suscriptores.
Y acabó la carrera y el Máster con el Premio Extraordinario al mejor expediente académico. Yisus Craist.
¿Y yo qué hice?
Pues lo contrario que hubiera hecho un podemita, que habría sido pedirle al rector que dividiera sus notas entre dos y ambos sacáramos un 5, porque las notas son Franco.
Yo me piqué con él.
«Vale, socio, si éste tío saca todo onces, tú mínimo tienes que ser el segundo».
Y así fue como en Derecho Penitenciario (que trata sobre cómo funciona una cárcel, en español), que a todo el mundo se le atragantaba y a mí me flipaba, saqué la segunda mejor nota de la clase, sobresaliente, y la matrícula de honor la sacó mi colega.
Qué abogado penitenciarista se ha perdido Españita, niño.
Por eso cuando te dicen que te busques un mentor, un colega inteligente o alguien que sabe hacer lo que tú quieres hacer no te están diciendo tonterías.
Tu madre tampoco cuando te decía que no te juntaras con el drogas.
Desde entonces, ese es mi modus operandi.
Por eso he empezado una serie en YouTube en la que destripo a putos fenómenos.
Que también tienen cagadas, ojo, y eso también lo cuento.
El primer destripado es Euge Oller.
Le rajo por el ombligo con un bisturí, le saco los intestinos, los riñones y el hígado y luego me los como, a ver si se me pega algo.
Soy el Jeffrey Dahmer de los empresarios:
Vaya, ahora mismo me voy para tu YouTube.
Por cierto, yo era una de esas empollonas asquerosas 😅
Me parece una idea genial.
Influhater!???