Chequeando mis aportaciones al plan de jubilación privado que tengo desde hace dos meses, comprobé que mis 100 pavazos se habían convertido en 111,48€.
Eso es un 11,48% de rentabilidad en dos meses, batiendo al Nasdaq, al S&P 500 y hasta la maaaa-yo-ne-sa.
Para fardar de tan buenos números con Fran, mi family banker y el que me recomendó empezar a aportar un pellizco mensual para tener un buen colchón cuando cumpla 65, aunque jubilar no me voy a jubilar nunca, le envié una captura de pantalla. Esta:
La respuesta, y demostrando que es un buen asesor, fue:
–Jajajajajaja, eso está muy bien, pero recuerda que esto está hecho para no mirarlo en 40 años y seguir aportando.
Y sobre eso vengo a darte la turra hoy: sobre sistemas, disciplina y largo plazo.
En el mensaje de respuesta de Fran hay un mensaje que se lee muy entre líneas.
Sigue aportando todos los meses, que fue a lo que te comprometiste. Programa las transferencias desde tu cuenta de banco. No pienses mucho.
¿Hay sangre en las calles? Aporta 50€. ¿Revalidad gobierno Pedro Sánchez tras las elecciones de 2047? Aporta 50€. ¿Argentina conquista los Estados Unidos después de 20 años desde que eliminó un cáncer llamado socialismo? Rescátalo todo y múdate a Buenos Aires.
El marcador de hoy da igual. Eso se cuida sólo si cumples los dos puntos anteriores. En 2064, hablamos.
Parece fácil, ¿no?
Pues este sistema es algo que ni entiende ni aplica el 99,999% de la gente (porcentaje totalmente inventado, podría ser incluso mayor).
Se llama el largo plazo y es un juego muy serio. Podría haber buscado un nombre más grandilocuente, pero no hace falta.
Quedarte sobando o mirando el techo en vez de pegar un brinco de la cama cuando suena el despertador y es todavía de noche es jugar al corto plazo.
Cuando pospongo la alarma y me sobo dos horas más de lo que toca, me despierto peor que si madrugo, me duele la cabeza y tengo la agilidad mental de un presidente de NNGG.
Abrirte Tinder porque eres un crack de la seducción en vez de ir a una discoteca a entrarle a las tías aunque te rechacen 39 de 40 es jugar a corto plazo. Mi abuelo se hacía 300 km en una Vespa por carretera de piedras para buscarse su novia y tu haciendo scroll para que Ángela de 27 años y foto en bikini en Malta no te devuelva el Match. Qué cojones haces.
Echarte una novia que quiera tener hijos y no 500 perros es jugar a largo. Evitarás los antidepresivos con 40 años. Serás enemigo de las farmacéuticas.
Prepararte un maratón para febrero de 2025 es una locura en enero de 2024, me duele el abductor después de no correr ni 10km, pero cuando cruce la meta en el kilómetro 42 más fresco que tu ex en una discomóvil en verano te escribiré un artículo y te citaré este, para refrescarte la memoria y demostrarte que tengo razón y fue una buena decisión.
Irte a Irlanda un año a currar de camarero o de carnicero con tu novia y tu familia en España no es algo fácil de llevar. Pero cuando te sientes en esa mesa con inversores americanos o socios para expandirte a Reino Unido, Australia o cualquier otro punto del mundo y no necesites traductor, te juro que te costará contener las lágrimas.
Zambullirte en el mar Mediterráneo a las 8 de la mañana en enero no será algo que agradezcan tus testículos ni tu diafragma, pero sí tu piel, tu cerebro y tu sistema respiratorio y cardiovascular.
Montarte un chiringo de fritanga seguramente sea una puta mierda de estrategia de noviembre a abril, pero de junio a octubre ya te contaré. Y ya se lo contaré a mi plan de pensiones.
Con estos ejemplos tan básicos como los hombres, lo que vengo a decirte es que lo que te sacrifiques hoy tendrá su eco en la eternidad.
Hostia, demasiado humo esa frase, pero es así.
Un esfuerzo prolongado en el tiempo, la estrategia del pico y la pala, sin mirar demasiado el resultado inmediato es la mejor opción si te propones hacerlo de aquí a 20 o 30 años.
Las posibilidades de no lograrlo se reducen exponencialmente con el paso del tiempo. Cuanto más persistes, más difícil es no conseguirlo.
Hay gente que no se presenta a las entrevistas de trabajo, a los exámenes de oposiciones o a una primera cita. ¿Qué coño esperan?
–Eeeejjjjjke los empresarios son unos hijoputas. Ejjjkeee los profes van a pillar. Ejjjkeee las tías son unas exigentes.
Ejjjjjke eres un llorón sin disciplina ni amor propio. Punto y finito.
Cuando empecé este blog, newsletter, pajeación mental o lo que cojones sea esto, le hablé a un puñado de gente por Instagram pidiendo el email para leer esta maravilla de artículos que son un regalo divino que tienes la fortuna de leer. Sólo 2 me contestaron llorando, que no me lo daban, el resto no dijeron ni pío más que darme su email. Ni preguntaron.
–Toma, Benitín, dame buen contenido.
Eran unos 120.
Y aquí estamos, más de un año después, superando los 500, y a la mayoría no los conozco de nada.
Yo me centro en escribir buenas mierdas y esa cifra subirá o bajará según mi nivel de curro y de pajismo cerebral que sea capaz de verter aquí.
500 en 2024. Dentro de 40 años, hablamos, que seguiré por aquí. ¿Y tú?
PD: Fran, el menda que hace nuestras videollamadas en traje, corbata y calzoncillos (me los ha enseñado), me llamó un día de verano para preguntarme qué tal mi vida después de haber ido un año a clase juntos. Cuando acabamos de contarnos movidas, me dijo que era asesor financiero y que tenía algo interesante que ofrecerme, y aquí estamos. Por lo que sea movió el culo y por lo que sea le va bien.
PDD: No me llevo comisión ni nada. Si eres millenial o Z y quieres que te pase el contacto de Fran para que te dé dos guantazos y espabilar con esa pensión pública que no cobrarás en tu vida, me lo dices y te enseñará a jugar al mejor juego del mundo.
Te quiero un huevo y dos y tres hasta infinito ♾️