65 kilos.
Kilo arriba kilo abajo. Croqueta arriba, croqueta abajo.
Eso es lo que peso ahora, si no menos. Más no.
Me fui con motos de agua y me faltaron decímetros de ola para parecer un salmonete chapoteando en el mar.
Es lo que tiene trabajar de cara al público, de pie, andando, friendo, llenando la billetera, que consume calorías.
Comiendo dos veces al día huevos, carne, queso, nada de pan y nula azúcar salvo miel cruda del pueblo de mi abuela (Pedro Andrés, Albacete).
Aunque me veas como un tirillas estoy más fuerte que tú, panzas. En un mes después de volver a calistenia, al gimnasio y a meter patata, arroz y boniato como fuente de energía, que siempre te imaginas un mundo al revés, volveré a los 70 kilos rápido, y en un año estaré en 80. Puta bestia.
Pero vamos, que no venía a hablarte de esto, si no del instrumento que utilizo para ingerir todas esas calorías, y que te estás jodiendo con un ingrediente, el flúor.
No sé en qué nivel de conciencia estás, ni si sabes qué es el flúor y que no encuentras una pasta de dientes en Mercadona sin él, pero te está haciendo polvo la salud bucodental.
No soy médico, ni abogado: frío croquetas y pescao, por si eso te disuade de ver el vídeo. Y si no te disuade, míralo, compra la alternativa que digo con mi enlace y agradece después.
PD: Me viene de lujo que te suscribas al canal. Estoy en modo expansión internacional y todo el mundo debe conocerme. Pásale este vídeo a tu colega el dientespicaos, o al gordo de 150kg. Suscríbete. Te quiero.
Hay pocos emails que disfrute más que los tuyos bribón.