Neo, que si te digo que es Keanu Reeves igual te suena más, y Morfeo, que no es el vocalista de Si tú fueras para toda la vida, están en el Programa del Agente, un entrenamiento para escapar del adormecimiento crónico de la sociedad.
Que no te preocupe no haber visto Matrix, no es necesario para entender lo que vengo a contarte. Tiene que ver con la productividad, la concentración y el marido de la foca: el foco.
La escena transcurre en Nueva York, con Neo y Morfeo circulando en dirección contraria a la multitud.
Abogados, monjas, profesores, corporate slaves y gente de negocios alimentando su particular carrera de la rata.
Los únicos colores apreciables son el blanco y el negro. Nada destacable. El único lugar en que las hijas de Zapatero habrían pasado desapercibidas.
Hasta que aparece en escena una mujer despampanante con un vestido rojo que le habría roto el cuello al mismísimo Luis Rubiales.
Neo pierde de vista a Morfeo, deja de escucharlo y se derrite con la Marilyn Monroe de Wall Street.
Morfeo se da cuenta, se vuelve hacia Neo, y le dice:
–Neo, ¿me estás escuchando o estás mirando a la mujer del vestido rojo?
–Estaba…
–Mírala.
Neo se gira y se encuentra con el agente Smith apuntándole a las sienes.
Pum.
Es broma. Nadie dispara, y la escena no sé cómo sigue, porque yo tampoco he visto Matrix, pero tiene mucho que ver con por qué cojones cuesta tanto terminar lo que empiezas, y terminarlo bien.
Y creo que lo he entendido.
Llevo unas semanas con varios frentes abiertos. A mi proyecto principal, en el que hay implicados un local comercial, varias máquinas, aceite hirviendo y cerveza, se le ha sumado uno que tiene que ver con un descampado, madera y más cerveza, y otro relacionado con Booking, la nueva ley de vivienda y gente joven, que también beben cerveza.
Pues bien, las tres neuronas que me quedan se han puesto en huelga –las cabronas saben en qué país vivimos– y me han dicho que o centro el tiro o se piran.
Me despierto de madrugada a mear y a beber agua, pero no me despierto porque mi vejiga diga que ya está bien, porque está impecable, sino porque mi cabeza está 24/7 buscando soluciones, ideas y formas de sobrevivir.
No lo sé con exactitud, pero habré tenido 3 de mis mejores ideas bebiendo agua a la hora que termina El Chiringuito de Jugones.
Mi mente está alerta, y le grita a mi cuerpo:
–Tú, súbele las pulsaciones a este, ponle un nudo en el pecho y despiértalo, que se me ha ocurrido esto y tiene que saberlo.
Por eso hace 13 días que no escribo un artículo.
Imposible.
Me siento a escribir, compruebo mis notas y dejo que fluya, pero no fluye nada, porque la UGN (Unión General de Neuronas) está a lo suyo: comiendo gambas y pensando en freírlas, y en qué cojones hacer para vender muchas.
Y no es capaz de irse a otra cosa.
Un autor que me gusta mucho, con el que comparto apellido, dejó de escribir su email diario hace semanas para centrarse en escribir sobre un único tema, en el que necesitaba bucear.
Al principio pensaba que no sería para tanto, que cualquiera podría escribir sobre varios temas a la vez, quedar con varias chicas a la vez, levantar varias empresas a la vez.
Noseputopuede.
Y ahora sé que esa decisión tiene todo el sentido del mundo.
Para que lo entiendas tú mucho mejor…
Hay otra metáfora relacionada con lo de enfocarse.
Va de vacas y toros, pero es fácilmente extrapolable a cualquier cosa.
En la serie Billions, que tampoco hace falta que veas, dos hombres hablando de negocios acaban con 50 mil ideas encima de la mesa para seguir ganando pasta.
Uno de ellos, dice que llevarán a cabo la mayoría, que podrán con ellas, que es pan comido.
El más experimentando, y más sabio, le dice:
¿Conoces el chiste de los toros en lo alto de la colina? Miran hacia abajo, hacia un prao lleno de vacas. Un toro dice que van a bajar y van a follárselas a todas. El otro le contesta: «Amigo, eso no se puede. Elige a una, baja y fóllatela. Y fóllatela bien».
Si eres un hombre y crees que puedes con todo, queda con una chica, invítala a un helado, fóllatela bien y vete a por la siguiente, si es que ese es tu estilo de vida, que te digo yo lo que pasa:
Estás desfondado.
Vale si eres ganadero y quieres saturar a tu semental, si tienes cincuenta proyectos encima de la mesa o si tienes en los DM de Instagram 10 conversaciones abiertas subidas de tono.
Coge uno y… ya sabes lo que tienes que hacer.
Tengo novia desde hace 3 años y, coño, a veces hasta cuesta llevar una relación, como para llevar siete.
El último fin de semana era incapaz de decir un restaurante para ir a cenar. Y la queja, totalmente comprensible fue:
–Para un día que quedamos, después de toda la semana trabajando, ni siquiera te esfuerzas en hacer un plan para estar juntos.
No es que no me esfuerce, es que lo he dado todo y me he vaciado.
Necesito enchufarme dos días a una torre de Iberdrola para reponerme.
No se puede leer, escribir, tener novia, tener una empresa, tener tres, ver todas las putas series de HBO, ver la UFC, ver la F1, sacarte el abono de tu equipo de fútbol, salir de fiesta, viajar, cuidar a un bebé y tomar café todos los días con tus amigos.
Inténtalo.
Dejarás de hacer la mayoría más pronto que tarde, o las harás mal todas.
Y sigo con las metáforas por encima de mis posibilidades, así me ahorro hacer después un bonus clip.
El local comercial que he pillado lleva un año de reforma. Es un local pequeño y no tenía ni un mes de trabajo, pero mi ex-socio, el que se encargaba de la reforma, ha tardado 10 meses no en acabarlo, sino en pirarse y dejarme con una mano delante y otra detrás.
¿Por qué?
No voy a hacer juicios personales porque estoy muy sesgado, pero él tenía una obra grande, y con grande digo 17 bungalows enteros para él, de los que comen su mujer y sus hijos.
Así que entiendo que haya tardado 1 año en reformar un cuchitril de 40 metros cuadrados, que, si no te van mucho las mates, es el salón y la cocina de un piso de clase media.
Culpa mía por no haberlo visto venir.
Como colofón a este artículo apoteósico…
Alex Hormozi comentó en uno de los mejores podcast que he escuchado, y que pronto destriparé, que conforme mayor es tu éxito, más buena está la mujer del vestido rojo.
Y viene a despistarte, o a que te la folles.
Cuanta más pasta tienes, más tentadoras son las oportunidades que te proponen. Compra este edificio, invierte aquí, monta aquello… y se te nubla la vista.
Más mujeres del vestido rojo llaman a tu puerta, o a tu Instagram, en busca del pedazo de macho proveedor en el que te has convertido. Y más buenas están. O más seguidores en OnlyFans tienen.
Ante esto, una máxima:
Si no vale un billón, no merece la pena.
Atención y foco a las cosas importantes.
Y una cosica detrás de otra.
PD1: Este artículo habría sido imposible de no ser por que he pillado a todo el mundo echándose la siesta. A mí me ha costado la vida mientras digería una tarta de tres chocolates, pero hay un truquito: haz algo que no te apetezca durante 10 minutos, que se te habrá olvidado que no te apetecía.
PD2: Gracias a una carambola del destino, y a un buen amigo, esta semana se ha suscrito mucha gente nueva. He decidido que si hago esto, debo hacerlo bien. Muy bien. No puedo escribir sobre cualquier cosa, ni de cualquier forma. Por respeto a ti y a mí mismo. Así que, si eres nuevo, puedes estar tranquilo.
PD3: El autor que menciono, tocayo de apellido, está metido en muchos proyectos. Tenemos una conversación pendiente para que me explique cómo se hace eso. Si respondes, te digo quién es.
Te has leído “Esencialismo”? Si no lo has hecho, te lo recomiendo.
Gran post Beni