🧞♂️La conversación que quiebra negocios
–Hola, quería una bolsa de patatas y un refresco.
–¿Pequeños?
–Sí.
–¿Algo más?
–No, gracias-
–Son 3€.
Mira, no. No, no, no, noonpnonononononon y no.
No.
En la mayoría de negocios, esa es la conversación entre un vendedor o dependiente o como quieras llamarlo y el cliente.
Aberrante.
Es normal que así un negocio no salga adelante.
Tú tienes una empresa, tienes que facturar y ganar dinero, no hacer el monguer, pagar tu cuota de autónomo, ponerlo en LinkedIn con un montón de emojis y llorar porque España es un estado opresor tal no sé qué.
Tú no puedes despachar. No puedes. Si despachas, quiebras y tus hijos tendrán que ir a un colegio público, sumarse a las huelgas de profesores, leer libros en una lengua cooficial y seguramente acaben afiliados a Sumar y duchándose una vez a la semana.
Hay otra vía, la vía del campeón:
Coger al cliente desde que entra por la puerta, página web o tu local, saludarlo, darle un besito en la frente, guiarlo hacia lo que a ambos os interesa, que es tú ganar mucho dinero y él llevarse lo mejor, que se gaste las perras y vuelva otro día más contento que unas pascuas.
Y esa vía está plasmada en un curso que he llamado
Inversor inmobiliario millonario desvela el guión literal con el que multiplicar varias veces el ticket medio de tus clientes (inspirado en un dependiente del Pans & Company)
Lo consigues si recomiendas este maravilloso newsletter a 78 personas.
¿78 personas es mucho? ¿Es poco?
En mi clase de Derecho éramos 120.
Si quisiera este curso los cogería a todos en fila india después de las clases, les robaría el email a cambio de un café en la cafetería y encima utilizaría el email de las mujeres para mandarles cartas de amor como un romántico.
Puedes seguir despachando, no problem.
Puede que no quiebres, no problem.
Pero una empresa que no vende cada vez más es una empresa en decadencia, y las empresas en decadencia, más temprano que tarde, se mueren.
Ya tú verás lo que haces, pero tienes 7 días, porque el lunes 13 de mayo, Día de la Bienaventurada Virgen María de Fátima, cuando me despierte al amanecer y después de que los rayos infrarrojos del sol iluminen mi careto, eliminaré este curso del programa de referidos.
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