Infeliz año
Es el primer año en el que no sé qué va a pasar. Noto el dulce cosquilleo de la incertidumbre. En realidad nunca nadie lo sabe, pero por lo menos ahora soy consciente de que no tengo ni puta idea de nada.
Y ese es el propósito estrella del año: ser menos gilipollas que el año pasado.
Porque cada día que pasa, cada capítulo que leo o cada artículo que escribo reduce mis niveles de lerdo. Y justo estaba buscando el sustantivo de lerdo, que no es ni lerdeza ni lerditud y me doy cuenta de que no lo sé. O igual no existe y alguien debería inventarlo.
Me mola más lerdancia.
En época de regalos, he caído en que la idea la llevo más impregnada en el subconsciente de lo que pensaba.
A veces regalo libros. Debería regalar más porque el alma se ensancha cuando das y luego la vida y el receptor te lo devuelven con creces. A mí me regalan muchos. Gente mucho más lista que yo y a los que considero mis mejores amigos, lo cual no sé si considerarlo halago, insulto u oportunidad porque consideran que soy gilipollas con una carencia concreta en la temática.
– Léete esto y espabila, que necesitas reflexionar un poco más sobre el tema. Me ha molado este libro. Deberías echarle un ojo.
El disgusto viene cuando descubres que hay 140.000.000 libros en el mundo (que se sepa), réstale los que no están traducidos al español si no sabes inglés, divídelo entre la esperanza de vida de tu país (yo cogeré 83 años que es la de España) y te sale que deberías leer un libro cada 0,00000001 segundos para poder leerlos todos.
Sudores fríos.
Bueno, la cifra anterior me la acabo de inventar, pero por ahí van los tiros.
Por eso la vida es demasiado corta como para leer libros malos y beber café de cápsulas. Cómprate la cafetera italiana de oferta en el Lidl, cojones.
Alguien me dijo en la universidad que si su ligue no tenía una estantería repleta de libros en casa, no se lo tiraba. Normal. Es gilipollas, no lo sabe y no tiene ninguna intención de saberlo y mucho menos de dejar de serlo. La gracia es morirse y que alguien se plantee donar tu cerebro a la ciencia. Yo preferiré que mis nietos se hagan un guiso con él. Tampoco pensé que los libros decidieran si follas o no. Quita el póster de New York y pon El Quijote. Prueba, que igual te funcionan.
Lo importante no son los libros de la estantería que has leído, sino lo has que no has leído. Aplicable a los cafés que aún no te has tomado, a los besos que no has dado y a los bizum que no has recibido.
No creo que 2023 me dé malos libros, ni malos cafés ni malos artículos. Tampoco creo que me dé una canción mejor que La Bachata, ni que las de Maldita Nerea dejen de ser las mejores canciones para llorar ni que me cambie la vida o la cuenta bancaria, porque eso sólo depende de mí. Y de ti. Ni de la innombrable coyuntura socioeconómica, que me suena al Monstruo de Las Galletas de los que viven en una inmadurez perpetua, del descuento de 20 céntimos en la gasolina o del gobierno de turno que va a hacer lo mismo que el anterior en un país donde la democracia no existe.
Uber e Instagram nacieron en la última recesión. Igual haces la próxima colaboración con Bad Bunny, ganas el oro en las olimpiadas, eres el sucesor de Ibai o tienes un unicornio billonario entre manos, pero tu capacidad de autosabotaje es superior a los cojones que hay que echarle para triunfar en esta vida. Si la vida ya te pone suficientes límites, te da de hostias sin avisar y te destroza los planes cuando te crees que lo tienes todo controlado, no te pongas tú más trabas a ti mismo.
Con levantarte cuando suena el despertador, mover el culo y no quedarte mirando el techo pensando que a ver qué cojones hago ahora, me vale. Te vale.
A finales de año espero estar nominado a los Gilipollas Awards, y que me regalen muchos libros que me recuerden lo gilipollas que soy. Así lo seré menos.
Ni cuando eras un bebé que se cagaba encima, ni en el instituto siendo un cafre sin oficio ni beneficio ni en la universidad donde sólo te preocupaba beber con tus colegas y follar. Ninguna de esas etapas fue la mejor de tu vida, porque lo mejor siempre está por llegar.
PD1: Uno de los que me regala y recomienda libros es mi amigo Manuel. De pequeño, mientras yo me viciaba al Mario Kart manejando a Yoshi, el hijoputa se metía en la bañera a leer. O sea, la bañera vacía, como el que se tumba en una hamaca. También solía escribir y, ahora, sigue escribiendo y cruzando el Rubicón y, por fortuna para ti y para mí, lo publica. Manuel está en el Top 3 de personas más inteligentes que conozco, así que no veo ninguna razón para no suscribirte a su blog, que es como el mío pero mejor. Y te suscribes haciendo clic aquí.
PD2: Te deseo muchos cojones y mucha intuición; lo segundo, para tirar por el camino que te lleve a conseguir lo que quieres; y, lo primero, para que no olvides que nadie te debe nada, que si quieres algo tienes que mover el puto culo e ir a por ello contra viento y marea.
PD3: Te quiero, pedazo de gilipollas.