El peaje
Llevo más de un año sin ver un partido de tenis, seis meses sin coger una raqueta de ping-pong y un cuarto de siglo sin entender a las mujeres.
Mientras tanto, Djokovic empata a 22 Grand Slams con Don Rafael Nadal Parera.
Le gana a un surfero griego que pasaba por allí y, luego, se pone a llorar.
Tú no lo entiendes.
Yo quizá tampoco.
Tienes tanta pasta en el banco que, cuando entras a ver si has cobrado el patrocinio de Lacoste, te salta el aviso de «oye, ve sacando que aquí ya no cabe más. Compra algún crucero o un edificio de oficinas».
Hablando de Lacoste, tengo unas gafas en cuyo interior del estuche, pone «sin elegancia, jugar y ganar no es suficiente». En mi caso ver nítidamente 100 metros más allá de mis pies no es suficiente. Hay que ver con elegancia.
Entre Rafa, Nole y Roger se han fumado a 3 generaciones de tenistas a los que no conocen ni en su pueblo. Que son muy buenos, pero que siempre acaban palmando contra estos tres.
Uno sin rodilla, el otro sin Pfizer en las arterias y el tercero sin sudar. Machacando a críos de 20 años con ganas de que le pongan su nombre a la plaza del ayuntamiento.
Es el gen, la actitud, que sus familias tenían dinero o que tienen suerte. Lo que tú digas.
Uno acaba de ser padre y se la pela, que lo cuide su madre que yo tengo que ganar Roland Garros con 60 años; al otro le quitan el pasaporte por no vacunarse y dice que vale, que cuando dejéis de tomarnos el pelo a todos volveré a por lo que es mío; y el suizo, que es embajador de Rolex desde el sofá, jugaba andando hasta el año pasado porque es que a ver si no va a ser suficiente con 20 Grand Slams.
Luego están los slaves of their own mindset, los de con lo bien que estoy yo con mis plantitas, mis 1.000€ al mes y mis cubatas de jueves a domingo con 32 años, los de es que hay que joderse con la «coyuntura socioeconómica» y los de a ver si el Ministerio saca la plaza para los 50.000 que hay como yo esperando.
Escúchame, que esto es jodido de encajar sin cagarte en los pantalones y más difícil todavía de hacer, pero, como te salgas de ahí, aguantes un poquito más que el ciudadano medio y le eches medio cojón y el 3% de tus neuronas, eres un fuera de serie.
Pero hay que pagar el peaje.
Lo hacen Rafa, Nole y lo hacía Roger. Ninguno desayuna sangre de unicornio ni mea polvo de estrellas mientras se ducha en una marmita de Eau de Nenuco.
Los tres son mortales.