En 4º de carrera, los universitarios del mundo, hasta los de harvasete, se van de viaje de fin de curso.
Si te quieres dar de baja después de este chiste boomer, tus motivos tienes.
Lo normal es que toda la clase vaya al mismo destino, beba del mismo garrafón y, además de los apuntes, también intercambien otras cosas entre ellos.
Como los mapas turísticos o la cantimplora, no malpienses.
Pues eso, lamentablemente, no pasó en mi clase, y fue por culpa del tío que te está escribiendo esto.
Te cuento:
Como ninguno de mis compañeros hizo el más mínimo amago de organizar nada, por aquello de «ya lo organizará otro», que es lo mismo que «ya hará la cama mi madre», pensé:
–No tiene pinta de que alguno de estos 150 mostrencos vayan a mover el culo. Cuando salimos de fiesta tardan media hora en llegar a la barra para pedir. Yo lo moveré.
Y me puse manos a la obra.
Miré todo el pack de viajes que ofrecían las típicas agencias de viajes de fin de curso. Riviera Maya, Malta, crucero por el Mediterráneo o tour por los Estados Unidos.
A Riviera Maya queríamos ir todos. Cómo no, joder. Todo incluido, Chichen Itzá, discoteca Coco Bongo, mi coco entre tus bongos, nadar con tiburones y secuestro en el Amazonas, que no sé si queda cerca.
Poder, lo que se dice poder, ya podíamos menos.
El viaje eran 1.300€ que, comparado con Malta (300€), el crucero (500€) y el viaje a Estados Unidos (900€) se nos iba de presupuesto. Bueno, se les iba a nuestros padres.
Cuando tuve toda esta info, cometí el error fatal equivalente a subir una storie con una canción en formato indirecta a tu ex: someter el destino a votación.
Los pijos ricos empezaron a insultar a los mileuristas por no poder permitirse ir a Riviera Maya y a decir que en Malta está todo sucio y sólo hay moros y empezó una batalla de todos contra todos que me hizo imposible reconducir aquello y fumarnos la pipa de la paz.
La peña empezó a salirse del grupo y, al final, pasó lo que tuvo que pasar:
Se organizaron los viajes según las pandillas de la clase y adiós muy buenas.
Mi grupo de colegas también se dividió y no hice viaje de fin de carrera.
Ni Erasmus en Varsovia ni fin de carrera con una mejicana abanicándome. Y no lloré.
Para quitarme la espinita, organicé la fiesta de graduación, justo un año después.
Con la lección aprendida, claro.
Saqué mis dotes de caudillo totalitario y puse una opción sobre la mesa:
–Esta es la fiesta, este es el menú y este el precio. Asequible para ricos y pobres, para fachas y podemitas, para los de las camisas de Spagnolo y para los del monopatín, café y porro, para los de Taburete y para los de La Raíz, para los de Derecho Penal y para los de Civil. Si no tienes 90€ para la mejor fiesta de tu vida, pues los robas. Apuntarse los que queráis.
Y así fue como nos reunimos en un salón de la polla con un menú de la polla con barra libre, dj, autobús de ida y de vuelta, reservado en una discoteca hasta el amanecer 120 personas y hasta aquí puedo leer.
Luego, con las primeras copas, me mantearon mientras sonaba alguna de Daddy Yankee y mi envolvente capacidad de gestión de personas quedó inmaculada.
Esta no te la cuentan en el curso ese de recursos humanos de 5.000€ al mes.
La forma de actuar que usé tiene como base:
La pereza del resto de la gente.
Lo fácil que es hacer que alguien haga algo cuando se lo das todo masticado.
«Paga aquí y disfruta de la mejor fiesta de tu vida». Punto.
Pero lo importante aquí en realidad es la filosofía de «Si nadie lo está haciendo, pues lo hago yo».
Veo a muchos con la misma frase en la boca: «Cuando aquí haya X cosa, haré Y».
Chico, pues hazlo tú. ¿A quién coño esperas?
Cuando gane tropecientos mil euros al mes, ahorraré.
Cuando ahorre, invertiré.
Cuando invierta, me buscaré novia.
Cuando me busque novia, se la presentaré a mi abuela.
Cuando mi abuela dé el visto bueno, nos iremos a vivir juntos.
Pero nos iremos a vivir juntos si antes hemos mantenido un buen trabajo y ella aprueba las oposiciones.
Y si ya todo eso cuadra, tendremos un hijo, pero sólo si la cosa en España mejora, porque me parece muy egoísta traer a un niño al mundo en estas condiciones, con guerras, contaminación y habiéndose muerto el creador de Bola de Drac.
Chico, chico, chico. Qué me estás contando.
Si tienes menos de 30, esa te la sabes.
Pero esto pasa en situaciones tan cotidianas de la vida como en la de alquilar un local para las fiestas del pueblo.
Siempre pasa lo mismo:
Uno de mi peña ve un cartel de SE ALQUILA con un número de teléfono y, en vez de llamar, pasa una puta foto del cartel por el grupo de WhatsApp PARA QUE LLAME OTRO.
Y, al final, ¿sabes quién llama?
Papá, que siempre está cuidando de sus bebés.
Como si les diera miedo hablar, llamar, que les coja el teléfono el de Jazztel y entre en un agujero negro espacio-temporal, que se equivoquen y acaben marcando el número de su ex o yo qué sé por qué cojones no llaman, pero es revelador.
Viendo el panoramix, veo el camino muy despejado para aquellos a los que nos da igual que nos digan que no 100 veces, que nos cierren puertas, que no nos cojan las llamadas o que la vida nos dé de hostias continuamente.
Sólo es un filtro más, y hay gente a la que ya le has ganado sólo por incomparecencia.
Como al que no se presenta a una entrevista de trabajo, a unas pruebas de oposiciones o a ver una peli de Netflix en el sofá. O al que no llama para preguntar: «¿Cuánto pides?»
Mientras tú vas avanzando con arañazos, rasguños y un ojo morado, otros te van haciendo pasillo para que pases, y hasta se quedan embobados mirándote y preguntándose cómo coño lo haces o que tus padres son esquiladores de centauros o que de pequeño te caíste en una marmita de polvos de talco.
Todo es campo. Y la mayoría están extendiéndote la alfombra roja.
Buenísimo, como siempre 👏
Me he reido mucho con este email y muy identificado con eso de que no hay que dar al pueblo opciones.
Hay que darle la opción bien masticadita, y como lo más probable es que nadie haga nada, pues escogeran tu opción.